lunes, 9 de julio de 2012

Capitulo 24. Ni Quien Te Entienda





El se fue al igual que yo. Camine un poco y divise a Cait tomada de la mano con Carlos. Ella al verme me hiso una seña para que me acercara a ella. Mire hacia un lado y vi a Justin sentado con su teléfono en mano. No quise desconcentrarlo así que seguí caminando como si nada.

-Caitlin – dije con emoción – me alegro de verte.
-Igual yo Amanda – dijo dándome un abraso – te ves hermosa.
-Muchas gracias – dije – tu también te vez hermosa.
-Gracias – dijo ella con ternura.
-Por cierto – dije – ten cuidado Cait que parece que tu novio vino con todo.
-¿A qué te refieres? – dijo Carlos riendo.
-Mira nada mas como viene el muchacho, todo arregladito – dije riendo – hasta que se nos hiso el milagro.
-Nunca cambias – dijo Carlos dándome un corto abrazo, de saludo.
-Bueno, si me disculpan, me tengo que retirar – dije – si les llega a faltar algo o si necesitan algo avísenme.
-Ok – dijo Cait – gracias Amanda.
-Chau – dije.

Me separe un poco de ellos y busque a mi madre por todos lados. La encontré detrás de un tumulto de gente, junto a sus amigas de hace tiempo, las mismas madres de Carlos y Josh. No sabía si interrumpir o no. Sabía que si quería podía ya que soy la hija y podría usar la excusa de que las iba a saludar aunque después empiezan a hacerme platica y me empiezo a aburrir. Ellas me agradaban mucho pero, sus pláticas son muy de adultos, aburridas para mí. Decidí interrumpir, a fin de cuentas si me veían me saludarían y mi madre tenía mi celular y lo quería de vuelta.

Camine hasta que alguien me detuvo. Esta misma persona me tomo de los brazos, con delicadeza y me dio una vuelta.

-Ahora si podemos estar a gusto – dijo él, tomando mis manos.
-Así parece – dije sonriente.
-¿No estás cansada? – pregunto.
-¿Por qué? – cuestione extrañada.
-Tus zapatos – dijo – yo estaría muerto para este momento.
-Si bueno – dije riendo – estoy algo acostumbrada a ellos.
-Hay linda – dijo, volteo hacia la entrada y después regreso su mirada hacia mi – creo que alguien te busca.
-¿Quién? – pregunte mirando hacia la entrada, ahí estaba Caitlin, haciéndome señas para que fuera.
-Caitlin – dijo – será mejor que vayas, parece necesitar algo.
-Creo que es importante – dije mirándola – ya vuelvo.
-Ve en paz linda – dijo riendo.
-Tonto – dije riendo.

Nuestras manos se soltaron y camine hacia Caitlin. Ella parecía haber visto a un tipo de fantasma o algo.


-Hola Cait – dije dándole un corto abrazo.
-¡Qué bueno que te veo! – dijo mientras nos separábamos del abrazo.
-¿Qué pasa? – pregunte con preocupación.
-Hay Amanda – dijo ella – algo malo ha pasado.
-¿Qué? – pregunte asustada.
-Ven, acompáñame – dijo tomándome del brazo y llevándome al baño.
-¿Me dirás? – cuestione preocupada.
-Necesito tu ayuda – dijo – mi vestido.
-¿Qué pasa con él? – pregunte extrañada.
-Se está descociendo – dijo con preocupación.
-Hay Caitlin – dije dando un suspiro de alivio – pensé que algo te había pasado.
-Si me paso – dijo indignada – mira.
-Haber – dije. Ella se movió un poco y me enseño la descocedura – Cait, no pasa nada – dije riendo.
-¿Cómo sabes? – cuestiono.
-Porque estas son solo las tiras de hilo que sobran – dije retirándolas – ves, no ha pasado nada.
-Gracias amiga – dijo ella dándome un abrazo, de agradecimiento – estaba a punto de morir.
-Tu tranquila – dije – si le llega a pasar algo a tu vestido me puedes pedir ayuda, yo sé coser muy bien. Si no también esta mi madre.
-Lo tomare en cuenta – dijo riendo – bueno vamos que tu príncipe azul debe de estarte esperando.
-Vamos – dije.

Salimos del baño y cada quien tomo su rumbo. Cait fue con Carlos mientras que yo fui con Justin. Pase sin mucha dificultad entre toda la gente hasta donde él estaba. Justin se encontraba volteado hacia la pared con su celular en mano. Con mucho cuidado pase mis manos a su cara y le tape los ojos.

-¿Quién soy? – dije haciendo una voz algo varonil.
-Uy difícil – dijo riendo. Tomo mis manos y volteo a verme.
-Tramposo – dije con seriedad.
-Ya sabía que eras tú – dijo riendo.
-Aun así – dije haciendo un pucherito.
-Hay linda, no sabes las ganas que tengo de darte un beso – dijo.
-¿Por qué no lo haces? – cuestione extrañada.
-Me da algo de vergüenza – dijo.
-¿Por qué? – cuestione.
-Porque nos están viendo – dijo apenado.
-¿Y te da vergüenza? – dije riendo - ¿a ti?
-Si, a mi – dijo pegándome más a él – me siento un poco cohibido.
-Justin – dije mirando hacia todos lados – nada nos mira.
-¡Claro que sí! – dijo – siento las miradas.
-Tu estas mal – dije riendo.
-Claro que no – dijo sonriéndome.
-Claro que si – dije.

Me fui acercando a el de poco a poco. Si él no planeaba hacer nada, yo lo haría. De un momento a otro ya nos estábamos besando. Cerré mis ojos y me deje llevar. No fue un beso muy largo, pero si uno muy lindo. Nos separamos y él me miro extrañada.

-¿Qué? – pregunte.
-Nada – dijo mirándome de la misma forma – es solo que, pensé que preferías que yo tomara la iniciativa.
-Sí, bueno – dije – es bueno cambiar a veces. Aunque si te molesta me lo puedes decir.
-Claro que no me molesta – dijo dándome un corto beso en la mejilla – es solo que, me extraño que hicieras eso.
-Pues que no te extrañe – dije riendo – y dime, ¿aun tienes vergüenza?
-Si – dijo él en papel de víctima – tengo mucha vergüenza, pero dicen que con un beso se quita.
-¿Con un beso? – pregunte.
-Si – dijo el – con un gran beso.

Lo mire y solté una pequeña risita ante su mirada. De poco a poco me acerque a él. En cuanto estuve lo más cercano a su rostro me apresure y le di un corto beso en la mejilla. Me separe de inmediato y lo mire. Parecía “enojado”.

-¿Qué fue eso? – Pregunto – eso me dio aun más vergüenza.
-Eso fue un beso – dije sonriente – un beso en la mejilla.
-Eso no cuenta – dijo.
-Tú no especificaste – dije.
-Tú sabes que eso no es un beso – dijo.
-¿Cómo son entonces? – cuestione.
-Te enseñare – dijo él.

Tomo mi rostro entre sus manos y me acerco mi rostro, con delicadeza, al suyo. Fue hasta que sus labios tocaron los míos.

Era en este momento cuando me olvido de todos los demás, solo somos el y yo. No me interesaba si alguien me observaba o no, yo me sentía feliz y aunque a los demás no les pareciera yo no planeaba cambiar. Me sentía como en un sueño, como si hubiera encontrado un príncipe. Cada día que pasa, cada vez que estoy con él, lo voy queriendo más y más. Es imposible no caer ante él, algo sumamente imposible.

 

La fiesta termino y pudimos regresar a casa. Ya era tarde, teníamos sueño y estábamos cansados. Ignore a todos y fui directo a mi habitación. El dolor en mis pies era algo insoportable, después de muchas horas de pie con esas bestias puestas debía de dolerme. Esa es la razón por la que prefiero usar zapatos planos para salir.

Me cambie por mi pijama y fui directo a la cama.

…Al día siguiente…

Desperté a eso de las 9 de la mañana. Estaba cansada mas no me podía volver a dormir. Me levante de la cama y me arrastre hasta el baño. Como todos los días tome una ducha, aunque esta vez fue más larga de lo normal. Al terminar me cambie por esto http://www.polyvore.com/pearl/set?id=52527529 y me arregle el cabello. En cuanto estuve lista baje a la cocina a tomar mi desayuno.

-Buenos días Amanda – dijo mi madre.
-Hola – dije adormilada.
-Tú y yo tenemos que hablar – dijo mi madre.
-¿De qué? – cuestione.
-Tú sabes de que – dijo algo enojada.
-La verdad no lo sé – dije sincera.
-De lo que paso anoche contigo y Justin – dijo recordándome.
-¿Qué paso? – cuestione.
-Nada más que andaban haciendo su cirquito romántico – dijo ella – algo que era totalmente innecesario.
-No puedo creer que te molestes por eso – dije – cuantas parejitas no había ayer, haciendo cosas peores que nosotros.
-Ustedes son adolecentes – dijo en tono de regaño – no son adultos como para andar haciendo eso.
-Hay mamá, no exageres – dije molesta – no creo que tenga nada de malo, además el es mi novio, ¿Qué esperabas?
-Sera mejor que le pares – ordeno – tu sabes que yo estoy de acuerdo con su relación.
-¿Entonces, cual es el problema? – cuestione con enojo.
-No quiero tener otro paradigma de Justin, así que mejor se controlan ambos – ordeno mi madre – al menos mientras estén en público. No quiero escándalos sobre ti, no quiero que haya noticias hablando de cómo los vieron besándose, ¿me entendiste?
-Si mamá – dije con fastidio.
-Y cuida  tu tono que sigo siendo tu madre – dijo ella, al parecer está furiosa.
-Olvídalo – dije saliendo de la cocina.

Salí de la cocina con mucho enojo. No sabía ni que pensar, ya tenía suficiente con que Nicole me fastidiara la vida. Ahora resultaba que mi madre se le quería unir a la estúpida esa. ¿Qué nadie se cansa de molestarme? ¿Qué acaso nadie puede dejarme vivir mi vida? Yo también merezco libertad, la libertad de elegir con quien estar, la libertad de decidir por mí misma. Solo me faltaría que hasta eso quieran controlarme.

Estuve en el patio de mi casa por un largo rato, hasta que lograra quitarme todo el coraje que tenia dentro. Tenía ganas de llorar pero ni una sola lágrima salía. Sentía que me habían traicionado, a mí si me regañaban por tener a alguien honesto y bueno a mi lado mientras que a Alejandro hasta parecía que lo alababan por tener a una mala y mentirosa persona a su lado. Era tan injusto.


Tome mi tiempo y regrese dentro. La señora que se hacía llamar mi madre seguía en la cocina, mirando un noticiero.

-¿Qué no se supone que trabajas? – cuestione.
-Yo soy la jefa – dijo – llego a la hora que quiera.
-Perderás clientes – dije sin darle mucho interés - pero creo que eso no te interesa.
-Tranquilízate – dijo ella – yo sé lo que hago.
-No es cierto – dije – tú no sabes lo que haces, nunca lo has sabido. Si supieras no nos hubiéramos tenido que ir de _____(tu país). Si en realidad supieras lo que haces jamás hubiéramos tenido problemas tú y yo.
-¿Qué no deberías estar feliz de haberte ido? – Cuestiono - ¿no fue aquí en donde conociste a Justin.
-Y que, ni te agrada – dije con enojo – parece como si por ti estuviera mejor que no lo hubiera conocido.
-No mientas – dijo ella – a mí si me agrada el muchacho.
-¿Y porque te quejas? – Cuestione – te quejas de Justin mientras que el es una muy buena persona pero de Nicole ni hablas, y eso que ella es una perra.
-No hables así de la gente – ordeno – eso es ofensivo.
-Es lo que se merece – dije con enojo – ella es mala y no me hace falta que tú me creas, yo sé lo que ella en realidad quiere, tal vez a ti no te interesa pero a mí sí.
-Amanda no digas estupideces – grito ella – Nicole no me agrada porque yo también sé lo que busca, sé que es mala pero, ¿tú crees que Alejandro me escucha cuando le digo? – Pregunto – claro que no, a el no le interés lo que yo tenga que decir. El nunca notara la maldad en ella y créeme que me duele hasta el alma saber eso.

En ese momento ya no supe que decir. Sabía que ella estaba sumamente enojada al igual que yo. Quería gritarle muchas cosas pero me contenía. No sabía ni que pensar. 

-¿Cómo tu puedes estar tan segura de lo que me dices? – cuestiono ella.
-¿De qué hablas? – pregunte con fastidio.
-De Nicole – dijo ella – ¿Cómo estás tan segura que ella es mala?
-Porque la he visto – dije, y también me ha amenazado varias veces.
-Ese no es argumento – dijo ella.
-Solo sé que es mala – dije – yo no tengo porque andarte contando.
-¿Qué paso entre ella y tú? – cuestiono con suspicacia.
-Como te dije, no tengo porque decirte – dije.
-¿Por qué se pelearon? – Cuestiono - ¿Cuál fue su razón?
-No hablare de eso – dije – y punto.
-Si tu no me dices, yo no te puedo ayudar – dijo.
-No necesito tu ayuda – dije – de cualquier forma, no harás nada.
-¿Qué te hiso? – cuestiono desesperada.
-Nada – dije con enojo – no me hiso nada.
-Dime, ¿Qué paso? – pregunto con desesperación.
-Nada mamá – dije – nada, solo que esa tipa está loca y me empieza a decir estupideces.
-¿Qué te dijo? – cuestiono.
-Es un asunto mío – dije con enojo.

Pasamos un rato mas peleando hasta que le conté todo sobre Nicole, absolutamente todo. Ella parecía estar impresionada y un tanto asustada, no podía creer el hecho que su hijo estuviera un una loca.

-¿Por qué jamás me dijiste nada? – cuestiono.
-Porque no lo creí necesario – dije – además es mi lucha, nadie se va a involucrar.
-Pero es algo serio – dijo – tal vez te amenazo con algo muy sencillo pero eso después se puede volver en algo muy grave hija.
-Tendré cuidado – dije.
-No solo hace falta cuidado – dijo mi madre – y lo más correcto es que lo sepa tu novio.
-El no tiene porque saber nada – dije.
-Hija, el es tu novio – dijo – el debe de saberlo, toma en cuenta que también lo están involucrando.
-Si mamá – dije – pero yo no quiero que nadie se meta en esto. Yo solucionare todo, yo sola.
-Puedes salir lastimada – dijo con preocupación.
-No interesa – dije – es hora de dejar el miedo atrás y comenzar a luchar, no permitiré que nadie se burle de mi, nadie.

Y así es como todo empieza, una declaración de guerra hacia Nicole. De aquí en adelante mi único objetivo será que ella resulte perdedora, nada más.



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