jueves, 25 de julio de 2013

Capitulo 58. ¿Te gustan?



La peor parte de comprar tanto es tener que sacar todo y ponerlo en mi closet. Es demasiado trabajo para mí. Pero bueno, es eso o dejo que toda mi ropa se arrugue. Bien dice mi madre no todo en la vida es fácil. Termine todo y baje a la cocina por un poco de agua. Al entrar me encontré con un gran ramo de flores. Era enorme. Seguramente era un regalo de Gustavo para mi madre. Tome la tarjeta que tenía puesta. Venia solamente una frase, nada más.

-¿Te gustan?
-¿Qué haces aquí? – cuestione.
-Me dejaron pasar – dijo – me dijeron que te esperara aquí.
-¿Por qué les haces caso? – Cuestione – no tienes nada que hacer aquí.
-Si tengo algo que hacer – dijo seguro.
-Justin, por favor – dije – vete.
-Tenemos que hablar Amanda – dijo – tal vez a ti no te importe solucionar todo pero a mí sí.
-¿Arreglar qué? – cuestione - ¿De qué sirve que arreglemos las cosas?
-Por favor – pidió.
-Ok – dije vencida, el seguirá insistiendo y no me dejara en paz hasta que diga que si así que, ¿Qué más da? – vamos al patio.
-Ok – dijo.

Caminamos en silencio hasta el patio. Era incomodo, yo no quería estar aquí con él y él lo sabe. En cuanto salimos Perris se nos abalanzó. Ella me traicionaba en ese momento. Estaba demasiado amorosa con Justin.

-Cárgala si quieres – al cabo que, qué más da, pensé yo.

El la tomo del piso y se la llevo a sus brazos. Tomamos asiento y ahí fue cuando soltó a la pequeña y traicionera Perris.  

-¿Y de que quieres hablar? – cuestione con paciencia.
-Lo siento – soltó el.
-¿Qué lamentas? – cuestione confundida.
-Lo que paso antes – dijo – yo no sabía lo que en realidad había pasado. Solo me habían contado que te habían visto besándote con alguien pero no me habían dicho tu reacción hasta después, cuando ya había arruinado las cosas.
-¿Quién te conto todo eso? – cuestione.
-No te enojes con el por favor – pidió.
-¿Quién fue? – cuestione.
-Ryan – dijo – el me conto todo. Desde el beso hasta el golpe.
-Hay Ryan – suspire.
-No te enojes con él, por favor – pidió – tampoco le digas que te dije.
-No, tranquilo – dije – es lo que los amigos hacen, ¿no? protegen a sus otros amigos. Supongo que el solo estaba haciendo lo que yo esperaría de mis amigas.
-Supongo – dijo - ¿Me perdonaras?
-Te perdono – dije – pero hasta ahí. Yo no pienso volver contigo.
-¿Por qué no? – cuestiono.
-Porque no – dije.
-Vamos Amanda, nuestra pelea fue por una tontería – dijo – ya te pedí disculpas y tu las aceptaste, ¿Por qué no podrías volver conmigo?
-No – dije.
-No me iré de aquí hasta que no me des una explicación – dijo – si es porque te estás interesando en alguien, está bien dímelo. Y si no quieres decirme porque, al menos miénteme.
-Yo ya viví esto Justin, con mi madre – dije – cuatro veces seguidas.
-¿A qué te refieres? – cuestiono.
-A sus divorcios – dije – siempre empezaban peleando por algo insignificante, hasta que terminan peleados a morir. Yo no quiero eso para mí.  
-¿Por qué no puedes confiar en que a nosotros no nos pasara lo mismo? – cuestiono.
-Porque no lo viví una vez – dije – fueron cuatro veces. Eso te hace pensar y tener cuidado. Además nadie me asegura que al final terminemos bien o que haya un felices por siempre para nosotros.
-Tal vez tú no confíes en nosotros, pero yo si – dijo – y no voy a descansar hasta que regreses conmigo.  

El se levanto sin decir más y se fue. Solo espero que no haga nada estúpido.

Narra Justin

-¿Qué tienes Justin? – cuestiono mi madre al verme.
-Nada – dije con un tono desinteresado.
-¿Es por Amanda, verdad? – cuestiono. ¿Cómo es que sabe tanto?
-No – mentí.
-Vamos hijo, yo soy tu madre – dijo – sabes que me puedes contar lo que tú quieras – la mire por unos segundos, ¿debería decirle o no? Yo se que ella es muy amiga de Tiffany. No quisiera que ella le contara lo que pienso.
-Si te cuento, deberás prometer no decirle nada A NADIE – dije.
-¿Consumiste drogas? – cuestiono alterada.
-No – dije con cierta repulsión.
-¿Entonces? – cuestiono.
-Hoy fui a visitar a Amanda – dije – hablamos y digamos que solucionamos las cosas.
-Me alegro por ustedes – dijo mi madre.
-Pero ella no quiere regresar conmigo – dije.
-¿Te dio una razón? – cuestiono mi madre. Empezaba a mostrar interés, como no si ella adora a Amanda.
-Si – dije – dijo que era por Tiffany y todo lo que ha vivido.
-Dale tiempo hijo – dijo mi madre.
-No quiero esperar – dije – en ese tiempo alguien puede llegar y sustituirme.
-¿La quieres mucho, eh? – cuestiono mi madre.
-Pues si – dije – lo que siento al estar con ella no es como con Selena o con Cait.
-¿Qué sientes? – pregunto.
-Me siento libre – dije – siento que puedo ser yo mismo sin temer a ser juzgado. Me siento completo en cierta forma.
-Recuerda Justin; si es para ti, ella regresara, si no es para ti, no regresara.

Ella solo me sonrió y se fue dejándome solo.


Tal vez ella tenga razón, si es para mí ella regresara, pero que pasara si no regresa. No me gustaría saber que perdí mis oportunidades con ella. Jamás me lo perdonaría. 

Narra Amanda

-Entonces, el estuvo aquí – cuestiono Alejandro.
-Así es – dije – pero ya no volverá a pasar. Ya les avise a los demás.
-Ok – dijo – pero ya sabes que si vuelve a pasar debes avisarme.
-Claro jefe – dije riendo.
-Y bueno, ahora que ya estamos los dos – dijo, yo lo mire con suspicacia - ¿podrías hacerme un favor?
-¿Qué quieres? – cuestione.
-¿Podrías llevarme al Staples Center? – pidió.
-¿Para qué? – cuestione extrañada.
-Hay un concierto – dijo – y tengo entradas, pero lo más seguro es que no encuentre estacionamiento.
-¿Quién te va a recoger? – cuestione.
-Un chofer de mamá – dijo – no se su nombre.
-Ok – dije – está bien.
-Pues vámonos – dijo – pero tendremos que pasar por alguien.
-Vámonos ya antes de que me arrepienta – dije.
                                                  
Tome mis cosas y salimos de la casa. Subimos a una de las camionetas de mamá. Normalmente las tenían por si salíamos en familia o por si íbamos Alejandro y yo y algún acompañante, como en este caso.




Regrese a casa y fui directo a la cocina. Las flores seguían ahí. ¿Qué se supone que deba hacer con ellas? ¿Debería tirarlas o algo por el estilo? Tal vez deba regresarlas, aunque sería una gran falta de respeto. Me sentía mal por tenerlas, a fin de cuentas no éramos nada y yo sé lo que estas flores significan para él. Lo mejor será conservarlas pero, no aquí, no en donde todos las vean. No quiero malentendidos.

-¿Dónde las pondré?

Lo tengo.

Subí a mi habitación con el ramo de flores, colocados en un jarrón que tenía mi madre. Abrí las puertas de mi balcón y Salí. Coloque el jarrón de flores sobre la mesita de mi balcón. Las acomode y ya estaba listo. Regrese a mi habitación, cerrando las puertas a la vez.

En casa no había nadie y estaba aburrida. No me quedaría aquí por mucho rato sino me volvería loca. Tome las llaves de mi auto, un poco de dinero y mi celular. En cuanto me aleje de casa me puse a pensar en opciones para pasar el rato. No iría a cenar, sola no, además no estaba arreglada para eso. Conduje por las calles de Los Ángeles, esperando por un poco de iluminación. Cada calle y avenida estaba llena de tráfico, era hora pico. No tenía nada mejor que hacer así que esto no me molestaba en lo absoluto.


-Nos salvaste la vida hermanita – dijo Alejandro al subir a la camioneta.
-¿Tan malo fue? – cuestione.
-Asqueroso – dijo uno de los amigos de mi hermano. Yo solamente reí.
-El sonido era un asco y de la producción ni se diga – dijo Alejandro.
-¿Tan malo? – Alejandro solamente asintió con la cabeza – mamá compro comida, por si querías saber.
-Me alegra saber eso – dijo – y tú, ¿Qué hiciste mientras yo no estaba?
-Me aburrí en casa y después Salí un rato – dije.
-¿Qué paso con tu vida social? – cuestiono mi hermano en modo de burla. Alcance a escuchar una ligera risita de parte de su amigo, simplemente no le di importancia.
-Yo tengo una vida social – dije – mañana saldré con mis amigas y el viernes tendré una fiesta que también ayudare a organizar. Además, el sábado tengo un trabajo y probablemente también salga en  una cita.
-Vaya – exclamo el amigo de Alejandro – ella tiene una vida social activa. Te equivocaste hermano.
-Dijiste que tendrías una cita, ¿Con quién? – cuestiono.
-¿Qué más te da? – dije – no es con quien tú crees.
-Rompecorazones – dijo mi hermano.

Después de eso yo me quede callada. En el coche solo se escuchaba la conversación de mi hermano con su amigo. Hablaban de unas chicas que habían conocido y sobre un evento al que deberían de ir. Aburrido.

Al día siguiente

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