-Hemos llegado – dijo mi madre algo emocionada.
-¡Qué emoción! – dije sarcásticamente.
-Amanda, por favor – dijo ella – aunque sea finge que te agrada la idea. Por favor, hazlo por mí.
-Siempre me pides lo mismo – dije con un tono indiferente – y cuando intento ser amable simplemente todo se derrumba.
-Esta vez no será así, todo será diferente. El es el indicado, lo presiento – dijo. Esta sería la milésima vez que me dice lo mismo. Esas palabras ya ni ella misma se las cree.
Tomamos nuestras maletas y nos fuimos de ahí. Llegamos a una casa algo exagerada en tamaño. Rápidamente entramos y bajamos de esa camioneta.
-No se preocupe por su equipaje, nosotros nos encargamos – dijo uno de los señores que estaban ahí – por cierto, soy Roberto, para servirles.
Se presento ante nosotros y se fue. Entramos a la casa y no pude evitar soltar un suspiro. Mi madre solo me miraba, ella pensaba que yo arruinaría todo, que yo iría con el señor y le diría tantas cosas horribles solo para que ellos no se casaran.
Empecé a escuchar pasos acercándose a nosotros. Voltee mi mirada para ver quién era y lo vi a el, la persona que actuaria como mi “padre”. Parecía ser una persona joven, no aparentaba la edad que tenia, algo que a mi madre le encantaba.
-Me alegro mucho que hayan llegado – dijo el señor. Se acerco a mi madre y la beso, algo corto y discreto debido a que estábamos presentes, Alejandro y yo, se separo de mi madre y nos saludo a mi hermano y a mí – vengan les mostrare sus habitaciones – dijo.
Subimos las escaleras y nos dirigimos hacia un pasillo largo. Nos detuvimos y el abrió una de las puertas.
-Aquí duermes tu Alejandro – dijo. Mi hermano entro a la habitación y pude oír un leve suspiro de impresión, lo que significaba que le gustaba – ven, ahora te mostrare tu habitación - dijo dirigiéndose a mi.
Dimos algunos cuantos pasos y llegamos a mi habitación. El abrió la puerta y yo entre. Para ser sincera, me gustaba el lugar. Se sentía algo acogedor y tenía una vista maravillosa. Mire hacia todos lados buscando algo que no me gustara pero simplemente era imposible, todo se veía tan perfecto.
-Espero que te haya gustado – dijo.
-Si – dije – es lindo.
-Me alegro – dijo y después de estar un momento ahí, se fue cerrando la puerta.
Camine por mi nueva habitación, solo observando. Abrí las puertas de la terraza y Salí un momento de la habitación. Me senté sobre una de las sillas y me dedique solamente a observar el paisaje. Mientras lo veía, recordaba algunas cosas de mi pasado. Recordaba cuando era pequeña y mi padre solía llevarnos a los parques de diversiones. Recordaba cuando el aun vivía, cuando salía con mi madre, aun recuerdo lo felices que solíamos ser, pero ya no más. Ahora todo eso solo era un recuerdo, ya no había marcha atrás, no había un botón para poder regresar al tiempo.
Antes de que alguna lagrima pudiera salir, me levante de mi silla y entre de regreso a mi habitación. Cerré las puertas y me tire sobre mi cama. Tome el control remoto y encendí la televisión. Solo cambiaba de canales ya que no había nada interesante que ver. Deje encendida mi televisión en un canal de música. Puse el control remoto sobre mi buro y me acomode.
Estaba mirando la televisión cuando escucho pasos fuera de mi cuarto, seguido por un golpe sobre mi puerta. Me levante lo más rápido que pude y abrí la puerta.
-Disculpe – dijo Roberto – vine a dejarle su equipaje – me hice a un lado y el metió todas mis maletas.
-Gracias – dije.
-No hay problema – dijo sonriente – si necesita algo solo avíseme.
-Llámame por mi nombre – dije – eso sería un inicio.
-Como guste – dijo y se fue.
Cerré la puerta y observe mi equipaje. Yo había traído 6 maletas grandes para este viaje, ahí venían incluidas muchas de mis pertenencias más preciadas.
Empecé a abrir una por una mis maletas. Mientras las abría sacaba su contenido. Tome un montón de ropa y entre a mi closet para acomodarlo. Este era enorme, ideal para cualquier adolescente, o ideal para alguien como yo, compradores compulsivos.
Fui dejando toda mi ropa hasta que no hubiera nada en mis maletas. Después de haberlas vaciado, guarde las maletas y cerré mi closet. Me tumbe sobre la cama y de poco a poco fui quedando dormida.
Al día siguiente…
Desperté a eso de las 8 de la mañana. Note que aun tenia la ropa del día anterior puesta. Me levante, tome una ducha y me cambie por esto http://www.polyvore.com/cgi/set?id=45035413&.locale=es.
Salí de mi habitación y baje las escaleras. Busque la cocina hasta que de suerte la encontré. Ahí estaba mi madre, tomando café mientras miraba el periódico. Al notar mi presencia bajo su tasa junto con el periódico.
-Buenos días Amanda – dijo sonriente mi madre.
-Buenos días – dije.
-¿Quieres que te prepare algo? – pregunto.
-No gracias – dije. Voltee mi mirada hacia su mano y ahí lo tenía, el anillo de compromiso, algo que para mi madre solo era un accesorio sin valor alguno.
-Amanda, te puedo pedir un favor – dijo.
-¿Qué necesitas? - ¿Qué me pedirá ahora?
-Podrías ir a la oficina de Gustavo y recordarle sobre la cena de mañana y que debe de ir a probarse el traje para ver si deben de arreglarlo – me pidió mi madre.
-No tengo otra opción ¿o sí? – pregunte con algo de indiferencia.
-Por favor – dijo ella suplicándome.
-Ya que – dije - ¿Cuándo?
-Cuando quieras – dijo ella – y esto también va para ti, debes de estar preparada – dijo ella.
-Si mamá, lo estoy – dije algo cansada – iré de una vez, adiós.
No espere a que ella me respondiera, simplemente me levante y Salí de casa. Uno de los choferes me llevaría y recogería ya que no tenía la menor idea de donde estaba su oficina.
Después de media hora Jack – el chofer – se estaciono enfrente de un edificio enorme cubierto de puros cristales. Solo veía el reflejo de los demás edificios por el ventanal de este.
-Llegamos – dijo Jack.
-Muchas gracias – dije mientras bajaba – te llamare cuando me desocupe.
-No se preocupe – dijo – yo aquí estaré.
Dicho esto me despedí de él y cerré la puerta. Entre al edificio y fui hasta la recepción.
-Buenos días – dijo una muchacha detrás de un escritorio.
-Buenos días – dije.
-¿Qué necesitas? – pregunto sonriente.
-Solo quería hablar con Gustavo – dije.
-¿Tienes una cita o algo? – pregunto sacando una libreta.
-No – dije extrañada.
-Disculpa, solo podrás hablar con él mientras hagas una cita – dijo ella aun sonriendo.
Saque mi celular, sería más fácil si hablaba con el por teléfono, así me ahorro hacer una cita, subir por el ascensor y todo ese show. Marque su número y coloque el teléfono sobre mi oído pero lo único que pude escuchar fue mi teléfono pitar. Espere un rato pero no contesto. Guarde de nuevo mi teléfono y fui de regreso con la señorita.
-Disculpa pero tengo que subir – dije.
-Entiende, no puedes – dijo ella.
-Mira, él y mi madre están por casarse – dije irritada – no vengo por gusto, vengo por obligación. Tengo que subir a dejarle un mensaje y no creo necesitar tu permiso para poder subir – dije. Ella solo me miraba con mala cara.
-Toma – dijo dándome un pase – piso 20, ahí lo encontraras.
-Gracias – dije fingiendo una sonrisa.
Tome el pase y me aleje del mostrador con dirección al elevador. En cuanto este se abrió yo me metí y presione el botón del piso 20. Después de una eternidad llegue a mi destino. Camine por un pasillo hasta que lo divise dentro de un tipo de estudio.
Toque la puerta. Espere hasta que alguien me abrió y yo pase. Ahí estaba Gustavo junto con otras personas.
-Amanda, que gusto verte – dijo Gustavo.
-Si – dije.
-¿Qué necesitas? – pregunto.
-Mi madre me envió a recordarte que mañana tendremos la cena y debes de ir hoy a probarte el traje – dije.
-Cierto – dijo recordando – muchas gracias por recordarme.
-Denada – dije sin mucho interés.
-Quédate un momento – me pidió el – así conocerás una parte de mi.
-Está bien – dije sin darle mucho interés.
Tome asiento y solo miraba como el daba órdenes y la persona dentro de un tipo de cabina las obedecía. Así fue por aproximadamente media hora hasta que el marco un descanso. Mientras salían los demás yo fui con Gustavo.
-Me tengo que ir – dije.
-¿Vas a casa? – pregunto.
-Si – dije con un tono seco.
-Ok – dijo él – hasta luego.
-Adiós.
Salí del estudio y fui hasta el ascensor. Subí a este y presione el botón para llegar hasta la recepción. Tome mi celular y cheque que noticias nuevas había. El ascensor paro en el piso 13, alguien subió y después volvió a bajar.
Pude notar a la persona, o más bien, al chico que acababa de subir. Era imposible no reconocerlo.
-Hola – dijo él.
-Hola – dije sin prestarle tanta atención.
-¿Cómo te llamas? – me pregunto.
-Amanda – dije bajando un poco mi celular para mirarlo.
-Lindo nombre – dijo sonriendo - ¿Qué te trae por acá?
-Tenía un asuntito que arreglar – dije un poco seria.
El ascensor paro y la puerta se abrió.
-Pasa tu primero – dijo él.
-Gracias – dije aun seria.
Me dirigí al mostrador y deje el pase. Llame a Jack para que viniera por mí. Después de unos minutos el llego y nos fuimos con rumbo a mi casa.
-¿En dónde estabas? – pregunto Alejandro, aun adormilado.
-Fui a hablar con Gustavo – dije.
-Ah, ok – dijo – mamá salió, fue a ver lo de su vestido.
-Ok – dije sin mucho interés.
No conocía mucho la casa y la verdad no me sentía muy cómoda dentro de esta, yo no quería estar aquí lo que hacía muy complicado todo esto.
-¿Sabías que los hijos de Gustavo vendrán hoy? – pregunto.
-No – dije – no lo sabía.
-Pues ya lo sabes – dijo – vendrán dentro de una hora o tal vez menos.
No me emocionaba ni un poco saber que ellos vendrían y no creo que ellos estén muy emocionados por venir.
-¿Para que vendrán? – pregunte.
-Ellos acompañaran a Gustavo a lo del traje – dijo – él quería verlos y tomo ese tiempo como una oportunidad.
Estuve un rato con Alejandro en la cocina hablando de puras tonterías hasta que el timbre sono.
-Yo iré – dije.
-Está bien – dijo él.
Me levante de mi silla y fui a atender la puerta.
-¿Qué haces aquí? – dije algo sorprendida.
-Gustavo me dijo que si podía traer esto – dijo enseñándome un sobre.
-Sí, claro – dije – pasa. Me hice a un lado y el entro.
-Amanda, saldré un poco – dijo Alejandro acercándose a la entrada – estoy viendo mal o Justin Bieber está aquí.
-Hola – dijo Justin riendo – mucho gusto.
-Hola – dijo el – igualmente – él se quedo callado y yo solo lo miraba – cierto, ahora vuelvo. Iré a dar una vuelta por la ciudad, si me necesitas llámame.
-¿Me dejaras sola? – Pregunte - ¿Acaso dejaras que reciba a esos tipos yo sola? – pregunte intentando hacerlo sentir mal.
-Pues, eso planeo – dijo riendo. Justin solo nos veía.
-Ya que – dije resignada – anda, yo me hare cargo.
El se fue y yo me quede con Justin.
-Decías que venias a dejar el sobre ¿no? – pregunte.
-Si – dijo – a eso mismo. ¿Importa si subo a dejarlos? – pregunto.
-No – dije – adelante.
El se fue de la entrada con rumbo hacia la oficina de Gustavo. Mientras esperaba el timbre volvió a sonar. Fui hasta la puerta y abrí. Afuera había dos chavos, rubios, ojos azules, estatura media, piel aperlada, a decir verdad los hijos de Gustavo no estaban nada mal.
-Hola – dije sin mucho ánimo.
-¿Tu eres Amanda, cierto? – pregunto uno.
-Sí, soy yo – dije – pasen – dije haciéndome a un lado.
Ellos entraron y los observe bien. Parecían ser buenos chicos.
-¿Esta nuestro padre? – dijo el otro hermano.
-No – dije – el está en la oficina.
-¿Te importa si esperamos? – pregunto uno de ellos.
-No, adelante.
Ellos tomaron asiento en uno de los sofás y yo me quede ahí parada, mirándolos. Hubo un silencio largo hasta que uno de ellos hablo.
-¿Dónde está Alejandro? – pregunto uno de ellos.
-Está arriba, arreglándose – dije y después quedamos en silencio - ¿Cómo se saben nuestros nombres? – pregunte intentando romper el silencio.
-Pues Gustavo los ha mencionado – dijo el mismo chico - ¿ustedes no se saben nuestros nombres? – pregunto.
-La verdad, no – dije.
-Yo me llamo Sean y my hermano se llama Owen – dijo.
-Mucho gusto – dije sonriéndoles.
Escuche pasos en las escaleras junto con el ruido de algunas voces, suponía que eran Alejandro y Justin que venían bajando. Alejandro se acerco a saludarlos, al igual que Justin.
-Creo que me tengo que ir – dijo Alejandro – nos vemos después – dijo despidiéndose. Yo lo vi con mala cara, acción que el noto.
-Yo también me tengo que retirar – dijo Justin – nos veremos mañana – supongo que hablaba sobre la cena.
-Adiós – dije.
Ellos salieron de casa dejándome sola con Owen y Sean. Después de una media hora lego Gustavo. Hablaron un poco y se los llevo. Quede sola en la casa. Tome mi tiempo para recorrerla y familiarizarme con ella.
Estuve un rato de un lado a otro por toda la casa hasta que me canse y Salí al patio. Todo parecía ser perfecto en esta casa, cada espacio, cada esquina, todo. Aun quedaba una duda dentro de mí, ¿para qué Gustavo gastaría en una casa tan grande siendo alguien soltero? Esta casa es muy grande, hay mucho espacio y estar solo o sola en esta casa puede ser muy entristecedor.
2 horas después…
Mi madre llego y por lo visto, se veía muy nerviosa. Intente averiguar la razón de sus nervios pero no me decía nada. Caminaba de un lado a otro por toda la cocina y movía su boca como si estuviera rezando. Era extraño verla así, ten inquieta.
Pasaron algunos minutos y Alejandro llego. Camino hasta la cocina y se sentó.
-¿Dónde estabas? – pregunto mi madre.
-Fui a dar un paseo – dijo - ¿Por qué?
-Me tenias muy preocupada – dijo ella.
-¿Por qué? – pregunte yo.
-Alguien me había llamado diciéndome que te habían herido – empezó ella – llame a Gustavo y me dijo que averiguaría que estaba pasando y luego llegas de no sé donde como si uno no se preocupara – dijo algo enojada.
-Lo siento – dijo – estaba aburrido, además, no me apetece mucho estar encerrado aquí todo el tiempo.
-A la próxima avísame – dijo con algo de enojo.
Mi madre salió enojada de la cocina, yo voltee a ver a mi hermano y me reí. El también rio, al parecer él había encontrado lo gracioso en todo eso. Estuvimos un largo rato hablando. El me conto lo que había hecho mientras estuvo fuera y algunas otras cosas sin mucha importancia. Ya se había hecho algo tarde por lo que me fui a mi habitación a dormir.
Al día siguiente…
Son las 6 de la tarde y mi madre aun no esta lista. Yo ya me había cambiado (http://www.polyvore.com/dinner/set?id=45174354&.locale=es) peinado y maquillado, en pocas palabras, ya estaba lista. Yo solo contaba el tiempo porque esta cena ya pasara, contaba el tiempo por poder regresar a casa y dormir.
Paso una eternidad y al fin mi madre bajo las escaleras ya arreglada. Salimos de casa con rumbo a un hotel en donde seria la cena. En cuanto llegamos, todos voltearon, claro eso era muy obio ya que habían llegado los futuros esposos junto con los hijos de la novia.
Entramos al restaurante y rápidamente me separe de ellos. No me interesaba si no conocía a nadie, solo no quería estar ahí, con ellos. Yo quería estar en _____(tu país) en donde yo verdaderamente pertenezco, no aquí, donde solo hay gente falsa que lo único que busca es salir en las fotos de la prensa.
-Espera, caminas muy rápido – dijo él.
Voltee y lo vi. Iba trajeado, con sus típicos zapatos pero no le quitaban lo elegante. Llevaba el cabello bien peinado, hasta pareció ser otra persona a la que yo conocía.
muy linda nove
ResponderEliminarGracias :) un beso...
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